Todo comienza en un garaje

Todo comienza en un garaje
Photo by John Paulsen / Unsplash

Muchos de vosotros me preguntáis en los testimonios cómo lo hice profesionalmente sin tener una carrera. Alguno incluso me ha llegado a decir que era un genio en lo que hacía. Pues bien, ni soy ningún genio ni tampoco hace falta una carrera para serlo. Lo importante está en el amor, la dedicación y la fe.

Las dos imágenes que veis significan mucho para mi, puesto que fue la web que me dio lo que necesitaba para enamorarme del mundo online. No tenía ni idea de programación ni UX/UI. Cada noche me pasaba horas y horas leyendo, aprendiendo, probando y fracasando.

Cuando cursaba la Ingenieria de Telecomunicaciones, abandoné la carrera en segundo y decidí dedicarme a lo que realmente amaba. Como no había ninguna carrera que me enseñara más acerca del mundo online, cabizbajo me fui a inscribirme a un grado superior de desarrollo web. Pensaba que todo se movía por los títulos y reconocimientos. ¡Qué equivocado estaba!

Durante mi grado superior monté mi primera empresa junto a 4 socios, la cual fracasó el primer año. Pero el amor a lo que hacía era tan grande que no podía parar y decidí seguir mi propio camino. Fue entonces cuando comprendí que es más importante amar lo que haces que todos los títulos, elogios y medallas juntos.

Pues bien. Hoy, después de 10 años, después de haber trabajado para muchos clientes y haber realizado decenas de proyectos, he recordado esta web que os mostraba arriba. Al visitarla de nuevo después de tanto tiempo, entendí que todo comienza en un garaje y que mi garaje había sido ese sitio web. La web es horrible, pero fue donde empecé a crecer, fue la herramienta que Dios utilizó para mostrarme el camino y enseñarme a programar cosas muy básicas pero suficientes. Comprendí que hay que evitar los caminos fáciles y apostar por aquello que amas. Y que más allá de lo profesional, están todas las personas que han estado junto a mi todos estos años apoyándome. Ellos si que se merecen lo mejor de mi. Por último, me di cuenta que no importan ni tus títulos, ni las estatuas, porque cuando uno decide salir fuera del garaje, sale solo con lo que realmente lleva dentro y con lo aprendido.

Gracias a Dios, todos tenemos un garaje.

Hasta el jueves que viene.